Había una vez en un reino muy lejano, un caballo muy especial llamado Arcoíris. Lo llamaban así por su hermoso pelaje multicolor que brillaba como un arcoíris en el cielo.
Arcoíris vivía en un prado verde y florido, donde corría libremente y jugaba con los demás animales del reino. Su pelaje llamaba la atención de todos los que lo veían, y muchos viajeros venían de lejos solo para admirarlo.
Un día, el rey del reino escuchó hablar del caballo de colores y decidió que quería tenerlo en su palacio. Mandó a sus soldados a buscar a Arcoíris y lo llevaron ante él. El rey quedó maravillado por la belleza del caballo y decidió quedárselo para él solo.
Arcoíris se sintió triste y solo en el palacio, extrañaba su prado y a sus amigos animales. Una noche, mientras todos dormían, Arcoíris escapó del palacio y regresó al prado donde había sido feliz.
A partir de ese día, Arcoíris siguió viviendo en libertad en su prado, donde era feliz y estaba rodeado de amigos. El rey aprendió que la belleza no se puede poseer, y que la verdadera felicidad está en la libertad y en compartir momentos con aquellos que amamos.