En un reino lejano, había una joven llamada Ana que vivía con su cruel madrastra y sus malvadas hermanastras. Ana soñaba con asistir al baile real, pero no tenía un vestido apropiado ni zapatos elegantes. Una noche, lloró en el jardín, deseando poder ir al baile.
De repente, un destello de luz apareció frente a ella. ¡Era un hada madrina! El hada le dijo que su deseo sería concedido. Con un giro de su varita mágica, transformó su vestido en un deslumbrante traje de baile y sus zapatos en delicados zapatitos de cristal.
Ana estaba maravillada y agradecida. El hada le advirtió que debía regresar antes de la medianoche, ya que su magia solo duraría hasta entonces. Ana llegó al baile y todos quedaron impresionados por su belleza y gracia.
Mientras bailaba con el príncipe, el reloj dio las doce. Ana recordó la advertencia del hada y huyó, perdiendo uno de sus zapatitos de cristal en su prisa. El príncipe, enamorado, buscó por todo el reino a la dueña del zapatito.
Finalmente, llegó a la casa de Ana. Sus hermanastras intentaron calzarse el zapatito, pero no les quedaba. Ana lo probó y le quedó perfecto. El príncipe la reconoció y la llevó al palacio, donde vivieron felices para siempre.