Érase una vez un molinero que tenía tres hijos. Cuando murió, les dejó como herencia su molino, su burro y su gato. El hijo mayor se quedó con el molino, el hijo mediano con el burro, y al hijo menor, le tocó quedarse con el gato, lo que no le pareció justo.
El gato, sin embargo, resultó ser muy astuto. Le pidió a su amo un par de botas y un saco, y se fue a cazar conejos. Luego, llevó los conejos al rey y le dijo que eran un regalo del Marqués de Carabás, que en realidad era el hijo del molinero.
El gato continuó con su astucia y le dijo al rey que su amo, el Marqués de Carabás, tenía tierras llenas de trigo que producían pan delicioso, y que incluso podía convertir el trigo en oro. El rey, impresionado, invitó al Marqués de Carabás a su castillo.
En el castillo, el gato le pidió a su amo que se bañara en el río, y mientras lo hacía, el gato escondió la ropa del Marqués y le dijo al rey que unos ladrones se habían llevado la ropa. El gato le pidió ayuda al rey, quien le dio ropas finas al Marqués.
Finalmente, el gato le dijo al rey que su amo podía vencer a un ogro que controlaba un castillo cercano. El gato convenció al ogro de convertirse en ratón, y luego lo cazó, demostrando así su valentía y astucia.
El rey, impresionado por todas las hazañas del Marqués de Carabás, le ofreció a su hija en matrimonio, y el molinero y sus hijos vivieron felices y en abundancia gracias a la astucia y valentía del Gato con Botas.